Caigo en la blandura de tus manos,
y de tu voz, como llovizna
tan ligera al oído y refrescante.
Palpan mis manos tu lento cuello
entre besitos tiernos
que huelen a caramelo
encima de un helado de vainilla.
Vuelvo la mirada a tus ojos
medio cerrados, como el día que va decayendo.
Te envuelvo como un oso y su abrazo
entre mis brazos de pulpo,
y te planto otro beso en tus labios sedientos
del calor de mis mejillas.
No quiero escuchar que el tiempo marque sus pisadas;
quiero que la luna, al asomarse, haga silencio.
Quiero solo escuchar tu palpitar
que se confunde
con ese blues que aún no identifico.
Etiqueta: cariño
Expectativas desconocidas
Nos queremos demasiado, sí, nos queremos mucho. Aunque a veces parece que ella no entiende todo ese cariño, o que no le sea del todo suficiente. No ha dicho palabra alguna, es por la miradita esa que se le escapa de tanto en tanto, tan inquieta; es como si esperase algo más, no sé; o alguna cosa diferente, o tal vez a algún otro que no sea yo. Porque después de haber hecho esto y lo otro, y de habernos querido tanto, hasta el agotamiento, nos encontramos siempre ahí, como suspendidos, como errantes, en esa mirada de ella.
Una mirada que dice muy poco: una mirada casi desconocida; lejana. Una mirada desparramada en el horizonte; o hacia arriba, extraviada, como una estrella de esas fugases, destinadas a ningún lugar. Una mirada que pretende, a mi entender, ser interpretada, y que tal vez espera de mí lo que para mí es aún desconocido.
No sé, uno se cansa, tú sabes, o se agobia de tanta tristeza por no saber… las campanitas del balcón, el café por la tarde; las pláticas, las risas y el jazz; un buen ambiente. La pasamos tan bien. Y parece como si todo estuviera bien, pero de nuevo eso, la mirada de ella: desparramada y extraviada, y todo eso.
Es como me siento, me siento tan desarmado, tan como nada. Es como volver a vivir el mismo lamentable episodio una y otra vez; es como nunca darle al blanco. Al principio te sientes como si le has dado al blanco, y te sientes tan feliz, para después darte cuenta de que aun lo que pensaste ser no fue suficiente.
Te quiero porque sí
Te quiero y tú lo sabes
aunque no te lo he dicho;
Y es mejor así.
Porque si te digo que te quiero
luego me veo obligado a quererte
y deja de ser mi deleite
quererte por quererte
Y no por alguna otra cosa.