Hay abrazos que ahogan el frío,
abrazos que apapachan.
Hay abrazos que protegen del mal,
que brindan seguridad;
de brazos fuertes y tiernos
que dicen: “aquí estoy”.
Hay abrazos llenos de luz,
que disipan las densas tinieblas
que acompañan durante el valle
de sombra y de muerte.
Hay abrazos que imparten vida
y abrazos que curan las heridas. Sigue leyendo